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El último partido oficial que jugó Santiago Giraldo antes de anunciar su retiro indefinido de la competencia fue ante Marin Cilic en Copa Davis.

Giraldo Vuelve Con El Espíritu Fortalecido

Regresa a la competencia esta semana en Miami después de seis meses en los que se dedicó a recuperarse físicamente, a estar consigo mismo, a viajar por el mundo y su país, a compartir con familiares, amigos e indígenas. El colombiano de 30 años explica la nueva versión de sí mismo.

El lunes 18 de septiembre del 2017, Santiago Giraldo despertó a las 9:30 am en la habitación de un hotel en Bogotá y por primera vez se descubrió sin planes, sin obligaciones, sin novia y muy seguro de la decisión de dejar de competir indefinidamente en el ATP World Tour. Algo más de cinco años atrás, en septiembre de 2012, también había dejado las pistas pero a causa de una peritonitis que lo sentenció al reposo. Esta vez fue diferente. Él mismo se obligó a distanciarse para buscar nuevas perspectivas.

Su cuerpo, su mente y su espíritu pedían descanso. Eso sentía. Y se justificaba en el hecho de haber tenido que retirarse por molestias físicas durante tres partidos en la temporada y ausentarse de varios torneos incluso antes de empezarlos. Padecía problemas en la espalda baja, en la parte izquierda de la ingle y en la cadera. Por eso y porque además se sentía saturado, decidió que la serie de Copa Davis contra Croacia en Bogotá, entre el 15 y el 17 de septiembre, sería su última competencia en al menos seis meses.

Y ese lunes 18 de septiembre, al despertarse con la agenda en blanco y la mente vacía, confirmó que no era un capricho. “Ese día me levanté muy tranquilo… estaba bastante contento y seguro de lo que quería: libertad y calma”, dice en conversación con ATPWorldTour.com. En los siguientes tres días habló con sus patrocinadores y anunció a la opinión pública que se iba hasta nuevo aviso. Necesitaba tiempo para pensar a otro ritmo, también para someterse a dos cirugías, de ojos y de nariz (tabique y cornetes), y para sanar sus dolencias físicas con terapias funcionales.

La palabra «retiro» no pasaba por su cabeza. Pero el regreso tampoco se asomaba como posibilidad. “Solo quería tiempo y ver qué iba sintiendo”. Giraldo decidió comenzar a reinventarse en las playas de Cartagena en un apartamento con vista al mar. Sin raquetas alrededor. En principio creyó que duraría cinco días allí, en uno de los lugares del Caribe que acogió e inspiró a Gabriel García Márquez, uno de sus escritores favoritos. Pero Santiago terminó quedándose un mes. “Allá estuve muy solo, quería estar conmigo, haciendo introspección, caminando, meditando, practicando yoga, leyendo. Y eso hice”.

En su objetivo de buscar alimento para el interior, entabló una conexión íntima con el agua, un par de veces en la piscina, otras en el río, pero sobre todo en el mar. Encontró un bálsamo para el alma nadando en pleno mar abierto, sumergiéndose entregado mientras el ruido del exterior quedaba anulado en la profundidad. “Así hubiera estado dos horas nadando, salía revitalizado”. El murmullo de las olas rompiendo lo seguían acompañando una vez salía empapado en busca de descanso, luego volvía a sumergirse como lo estaba haciendo en sí mismo con el fin de hallar respuestas.

Giraldo

El mar fue protagonista durante los seis meses de Giraldo por fuera de la competencia

Para evitar que sus jornadas en Cartagena se volvieran rutinarias, un día se embarcó en un carro hacia Santa Marta en busca de aventura. Una vez allí, en la tierra de su amigo Radamel Falcao García, subió a caballo por entre los caminos empinados del Parque Nacional Tayrona hasta encontrarse con un asentamiento Kogui. Le concedieron el permiso para poder compartir un día entero con ellos y al día siguiente regresó. Entonces habló con el mamo de la tribu mientras olvidaba el pasar del tiempo, se empapó de sabiduría indígena y bajó de la montaña lleno de confirmaciones sobre lo establecido.

En el Caribe Colombiano descubrió una versión aún más reflexiva de sí mismo. También la más arriesgada. A unos kilómetros del Parque Nacional Tayrona, en la entrada del departamento de La Guajira, se emocionó con la posibilidad de lanzarse en neumático de auto a través del río Palomino. Los planes y el resultado, sin embargo, no coincidieron completamente. Aunque el ascenso a pie por la montaña desde donde se lanzan los turistas dura casi dos horas, Giraldo decidió subir corriendo acompañado de tres amigos. Los guías, quienes siguieron caminando con los neumáticos al hombro, prometieron alcanzarlos en lo alto de la montaña.

Giraldo y sus amigos sortearon la trocha bajo árboles gigantes, pararon a tomar agua dulce de una cascada y finalmente llegaron en 32 minutos. Estaban afanados porque sabían que encontrarían más tribus Koguis para indagar. Después de conversar y al ver que los guías no llegaban con los neumáticos, prefirieron lanzarse y nadar en lugar de esperar. “Fue espectacular. Llegamos a las 18:30 a la desembocadura donde se unen el río con el mar, donde decían que había morado un caimán en los últimos días. Fue una aventura total”.

Y aún le faltaban más experiencias que no habría podido vivir a plenitud en tiempos de competencia. Precisamente en Palomino, la entrada de La Guajira, disfrutó del Festival del Jaguar, donde se dejó llevar por los ritmos de la champeta, la cumbia y otros géneros de la región. En esta ciudad, de paso, eligió la canción que representaba ese momento de su vida. “Diferente”, de la cantante colombiana Naty Botero, con quien se hizo buen amigo.

Y no encajaba entre la gente
Siempre decían: estás demente
Yo preguntaba ingenuamente
Como podría ser normal
Ay, ay. Solo quería encajar y poder jugar

También Palomino fue el punto de partida de su recorrido en carro hasta la punta de Sudamérica. Acompañado por un guía, un amigo pintor, un amigo alemán y un denominado amigo de la vida, transitó por el desierto sin saber por primera vez en su vida qué lo depararía. Compartió con los Wayuus (los indígenas de la zona) y conoció la arena roja del Cabo de la Vela que desemboca en las playas de mar aguamarina. Y, finalmente, llegó sin mayores provisiones a Punta Gallinas, el extremo norte del continente, donde no hay agua, ni gasolina, ni electricidad, ni mucho menos señal de teléfono. Donde solo encontró dos ranchos con chinchorros para pasar la noche antes de regresar a la civilización.

Conocer el mundo a través del tenis ha sido uno de los privilegios de su carrera. Pero disfrutar por primera vez sin afanes de la naturaleza de su país natal ha sido producto de una de las decisiones más sabias que, según él, ha tomado en su vida. Siguiendo esa línea, otra de las asignaturas pendientes era disfrutar de su ciudad natal sin sentirse errante en su propia tierra. Entonces a Pereira llegó buscando cotidianidad y tiempo de calidad con sus seres queridos.

“En esta parada, además de la terapia, pude hacer cosas sencillas pero enriquecedoras como recoger a mis sobrinos en el colegio, jugar con mis sobrinas en la piscina, tomarme un café con mi abuela todos los días, conocer los negocios de mis amigos, escuchar a otros amigos emprendedores, dedicarle tiempo a mi finca La providencia y sembrarle árboles, jugar con mis cuatro perros [dos pastores collie llamados Limón y Miel, y dos greyhound de carreras llamados Amor y Paz], comprarme los caballos que quería y también montarlos. Y, en general, disfrutar de la naturaleza”. El tiempo le alcanzó para todo y por primera vez en mucho tiempo se marchó sin remordimientos.

Después de Pereira, se propuso regresar a cada lugar donde había vivido para contemplar lo que en el pasado no había podido disfrutar con calma. En su paso por España, visitó amigos y lugares. Tanto en Barcelona y Madrid, como en Marbella, su último lugar de residencia. Había que aprovechar la desaceleración. Y eso hizo. En Miami, Estados Unidos, disfrutó de las exposiciones de Art Basel Miami porque el arte es uno de sus entretenimientos favoritos.

Y en Bogotá, donde vivió varios años en un apartamento con Robert Farah, Juan Sebastián Cabal y Alejandro Falla, debutó como conferencista en el Festival de Innovación y Emprendimiento ante casi 10 mil personas, a quienes les habló de su experiencia para tratar de inspirarlos. “El éxito no solo es trazar un objetivo y luchar por él, para mí el éxito total es sentir el amor y esa pasión por cumplir esa meta”, dijo con propiedad en el escenario.

Giraldo

Giraldo durante su discurso en la Universidad Javeriana de Bogotá.

“Detente, saca tiempo para ti, encuentra nuevamente la pasión en las pequeñas cosas y vuelve a sentir impulso y un nuevo propósito”, fue otra de las frases de su discurso. Daniel Giraldo, su hermano mayor, ya conocía de su habilidad para la oratoria, pero no pudo evitar conmoverse entre el público por las sentidas palabras del pequeño de la casa. El discurso también estuvo plagado de elogios y de frases de gratitud para el tenis.

Si había dejado en pausa su carrera no era por repulsión al deporte de su vida, sino más bien porque necesitaba volver al tour fortalecido. “Quería al menos seis meses sin competir. Y ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida”. Una vez encontró nuevas motivaciones, durante estos viajes sin cargas, solo restaba definir una fecha de regreso al circuito. Y durante un paseo en México encontró respuestas. Después de disfrutar en Ciudad de México y en las playas de Puerto Escondido, se descubrió a sí mismo haciendo swings de derecha con su mano. Como un reflejo inconsciente.

“No hacía eso desde niño y me salió natural”, confiesa Giraldo mientras repite el movimiento con su mano derecha. “Me sorprendí. Y entonces me di cuenta de que naturalmente quería volver, que me hacía falta jugar tenis”. A partir de ahí empezó a planear su regreso al circuito. Llamó a Felipe Berón a pedirle que volviera a ser su entrenador después de no serlo desde 2015.

“Trabajando con él tuve mis mejores resultados (ocupó el puesto No. 28 en 2014). No solo sabe mucho sobre este deporte. También acudí a él por la estabilidad personal y emocional que me da. Le pedí disculpas por algunas tonterías que hice y aceptó de una. También llamé a mis sponsors, los cuales se emocionaron y se pusieron felices con mi regreso. La lealtad y la gratitud siempre ha sido mutua”.

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Visita al Salto del Tequendama a las afueras de Bogotá

Faltaban más detalles por ultimar. Lugares y fechas. Fue necesario entonces volver a planificar a largo plazo. Eligió a Cartagena, Pereira y Bogotá como sus nuevas bases al sentir que sus ciclos viviendo en España y Estados Unidos ya se habían cumplido. Era hora de volver a asentarse en su país. Así las cosas y con el ATP World Tour 2018 en marcha, comenzó pretemporada el 11 de enero en Cartagena, con el objetivo de volver a la competencia en marzo en el Miami Open presented by Itaú, un torneo muy especial para él, pues en sus propias palabras, “es el Master 1000 de los latinos”.

La otra meta que se fijó en este nuevo ciclo fue el de aplicar en el juego lo aprendido en el tiempo por fuera. “Mi objetivo ahora es jugar tenis al mejor nivel de lo que yo pueda. Es un reto interesante: jugar porque me hace feliz más que por ranking o plata, eso es lo que me llena ahora. Voy a entrenarme muy bien, claro, trataré de ganar haciendo lo que me gusta. La perspectiva cambia. Me gusta que me digan que es difícil, que es imposible. Me genera motivación ver mi ranking tan bajo. Si no funciona, no pasa nada porque estoy haciendo lo mejor que puedo y de la mejor manera. Confió en que cuando estás en armonía contigo mismo, puedes intentar cualquier cosa. Mi única meta ahora es poder reflejar en la cancha lo que soy”.

“Antes me frustraba no ser capaz de reflejar eso. No entendía nada. Pero ahora no me veo arrancándome el pelo, en ese estado de furia nerviosa al que en ocasiones llegaba, o pegándole a la raqueta y gritando como un loco en la cancha. Ahora me veo jugando tranquilo, tratando de mejorar y sabiendo que el resultado no te hace mejor o peor que alguien. Ya sé cómo es competir de la otra manera, de la tradicional, y sé qué es sentir insatisfacción, falta de plenitud e irse a dormir reventado. Así que no quiero más eso, ahora quiero disfrutar lo mágico del tenis, del deporte y de la vida”.

Sus colegas se sorprenderán al verlo de nuevo en el ruedo. Por la ligera variación física (se rapó el cabello y dejó crecer su barba). Pero especialmente por su nueva y afianzada manera de ver la vida y el tenis en general. A partir de ahora, los resultados serán consecuencia. No objetivos.

Consulta el camino de Giraldo en la fase previa del Miami Open

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