Las puertas de la leyenda siguen abiertas de par en par en Melbourne Park. Novak Djokovic buscará este domingo su 10ª título del Abierto de Australia, donde puede grabar con más fuerza su figura en la eternidad del tenis profesional. El balcánico, que recuperaría el No. 1 mundial en caso de recuperar el trofeo aussie, ya piensa en volver a disputar el partido que ha dominado como nadie: el que cierra el primer Grand Slam del año sobre la Rod Laver Arena.
“Me siento muy satisfecho por estar en otra final de Grand Slam”, explicó el serbio, que fortalece su liderazgo histórico con 33 finales individuales en grandes. “Es exactamente lo que había imaginado y deseado que sucedería al venir a Australia. Quería colocarme en disposición de volver a pelear por otro trofeo del Abierto de Australia”.
Los números del serbio en Melbourne Park dan una dimensión de su figura en las rondas definitivas. Djokovic se mantiene invicto (19-0) en semifinales y finales del Abierto de Australia, convirtiendo su juego en un imposible cuando la gloria se acerca en el torneo. Una realidad que desea mantener intacta este domingo.
“Creo que la experiencia de haber estado previamente en esta situación ayuda. Además, el hecho de no haber perdido nunca la final del Abierto de Australia fortalece mi confianza de cara al domingo”, explicó antes de medir a Stefanos Tsitsipas, con quien se jugará el trofeo australiano y el trono mundial del tenis masculino.
“Pero el trabajo tiene que quedar hecho sobre la pista. Voy a enfrentarme a Tsitsipas, está en buena forma y desplegando su mejor tenis. Seguro que va a estar muy motivado para luchar por su primer título de Grand Slam”, añadió. “Conozco perfectamente su juego, y él conoce muy bien el mío. Nos hemos enfrentado muchas veces en diferentes superficies. Jugamos una final de Grand Slam, aunque era sobre arcilla, años atrás en Roland Garros”.
El partido tendrá un significado adicional para Djokovic, ante la opción de igualar también el récord histórico de 22 coronas individuales en majors que actualmente ostenta en solitario el español Rafael Nadal.
“Sé lo que tengo por delante y estoy motivado. Por fortuna, en este momento de mi carrera, dados todos los éxitos conseguidos, siempre hay algo especial sobre la mesa antes de cada partido y de cada torneo. Especialmente cuando competimos en Grand Slam. Me siento privilegiado por estar en esta posición. Espero dar lo mejor”.
El cúmulo de circunstancias que habrá sobre la mesa no mueven la mente de Djokovic, acostumbrado a lidiar con unos galones especiales dada su grandeza: la de trazar retos históricos prácticamente a cada paso.
“No siento un estrés especial en comparación a la mayoría de los Grand Slam que jugué durante mi trayectoria. En este momento de mi carrera, soy consciente de que cada Grand Slam es una oportunidad de oro para intentar levantar otro trofeo. No sé cuántas más oportunidades tendré en el futuro”, explicó. “Siento presión, sin duda. Tengo estrés como cualquier otro jugador, noto los nervios. Me siento motivado. Hay muchas emociones que recorren mi cuerpo”.
“Me dedico al tenis profesional por diferentes motivos. A nivel personal, siempre siento que puedo aprender algo sobre mí mismo sobre una pista. Luchar con los demonios internos que todos tenemos. Cuando estamos sobre la pista, en mitad de una batalla, emergen algunas cosas y tengo que lidiar con ellas. Es una buena escuela de vida para mí”, analizó el balcánico. “Al mismo tiempo, tengo objetivos y ambiciones profesionales. Los Grand Slam y ser el No. 1 del mundo son algunos de ellos. Probablemente sean las dos cimas del tenis profesional y siempre han sido retos para mí. Quiero seguir haciendo historia en este deporte”.
Ese hambre con todo probado sigue elevando la figura del serbio. Su trayectoria deja tras de sí una realidad evidente: Djokovic es el jugador que más Grand Slam ha levantado (9) tras cumplir los 30 años, exhibiendo una capacidad innata para cuidar su cuerpo y exprimir al máximo su potencial en el circuito. A unos meses de alcanzar los 36 años, el serbio sigue dando síntomas de frescura.
“Siento que físicamente todavía puedo mantener un nivel de élite. Mientras siga siendo así, ¿por qué no continuar? No sé cuándo voy a terminar mi carrera profesional. En este momento tengo la motivación y el apoyo de mis seres cercanos, algo que se infravalora y de lo que no se habla demasiado. Pero es clave, especialmente como padre. Estar alejado de los niños no es algo que me haga especialmente feliz”.
“Es un acto de equilibrio entre yo, mi esposa y las personas cercanas en mi vida. Que ella esté pendiente de nuestros niños me permite poder dedicarme a lo que amo y seguir logrando hitos importantes en este deporte”.
Este domingo, en Australia, la opción de reescribir la historia volverá a impulsar el corazón del serbio.
