Más Reciente
Herencia ATP

Andre Agassi… Recordando Wimbledon 1992

Hace 25 años, Andre Agassi peleó por el trofeo de Wimbledon ante lo mejores especialistas del saque y volea. Un título por el que está convencido de algo: fue el destino.
July 04, 2017
Después de auto imponerse un exilio, Andre Agassi regresó a Wimbledon y logró el título en 1992.
Getty Images/ATP
Después de auto imponerse un exilio, Andre Agassi regresó a Wimbledon y logró el título en 1992. By

El precio por ronda en el green es de unos 500 dólares. Las salidas del tee se programan cada hora. Y sólo un puñado de invitados pueden jugar cada día en el Shadow Creek Golf Course, construido por el magnate Steve Wynn, en 1989, al norte de Las Vegas. Aquí Andre Agassi empezó a recuperarse de su derrota por 6-3, 6-2, 6-2 ante Jim Courier, su ex compañero en la Bollettieri Academy, en las semifinales de Roland Garros 1992.

Hablando en exclusiva para ATPWorldTour.com, Agassi recuerda, 20 años después: “Steve me preguntó: ‘¿Qué viene ahora?’”.

“Yo respondí: Wimbledon”.

“Y él preguntó de nuevo: ‘¿Crees que puedes ganarlo?’”

“Le dije: Poca gente llega allí pensando que pueden ganar”.

“Entonces, me dijo: Si llegas a la final, te veré jugar. Estaré en el Mediterráneo”.

Agassi jugó nueve hoyos.

Diez días después, el No. 14 del mundo no había golpeado una pelota. A media noche, cinco días antes del arranque de Wimbledon el 22 de junio, Agassi tomó una decisión. Cogió el teléfono y llamó a su entrenador de los últimos ocho años. El hombre en el que puso toda la fe en 1984.

“Siempre he sentido que cuanto más jugaba en hierba, peor me volvía”.

A dos mil trescientas setenta millas, en Bradenton, Florida, Nick Bollettieri esperaba. Conoce a Andre. Son las tres de la mañana. Y si suena el teléfono, sólo puede ser Andre. Deber estar listo para pelotear. Bollettieri recuerda para ATPWorldTour.com su conversación con Agassi.

“‘Nick, ¿cómo vas?’

‘Estaba esperando tu llamada, Andre’

‘Nick, vamos a Boca Ratón y allí entrenaremos’

’Ok’”

Bollettieri llegó temprano, con unas cuantas raquetas bajo el brazo. Pero Agassi le dio una bolsa con palos de golf. Junto a Robert Seguso y observados por la novia de Andre, Wendi Stewart, jugaron una ronda de golf.

“El día antes de cuando se suponía que nos íbamos a Wimbledon, me dijo: ‘Nick, vamos a una pista dura a pelotear’”, recuerda Bollettieri. “Pusimos hora, peloteamos durante veinte minutos en una pista dura de color verde, paramos y nos fuimos para casa”.

“Andre era un personaje. Yo lo entendía. En la academia todos me decían: ‘¿Cómo le aguantas?’ Pero yo veía algo especial”.

Es una lástima que Agassi no vea nada especial en Wimbledon.

“Siempre he sentido que cuanto más jugaba en hierba, peor me volvía”, dice Agassi. “He empezado a desarrollar tics con mi swing y las dudas inundan mi juego”.

Su primera aparición en el All England Club, en 1987, duró casi tanto tiempo como lo que tardó Bollettieri en instalarse en su silla del box. "Jugaba contra [Henri] Leconte. Ni siquiera me senté. El partido había terminado [6-2, 6-1, 6-2]. Odiaba la hierba y me dijo que nunca volvería. De hecho, no regresó durante cuatro años, hasta 1991, cuando llegó a cuartos de final [p. ante David Wheaton]. "Durante su auto-exilio, Agassi se quedó en casa, haciendo footing o en el gimnasio levantando pesas.

Gil Reyes se convirtió en preparador físico de Agassi poco después de su derrota por 6-3, 4-6, 2-6, 7-6(2), 6-1 ante Alberto Mancini en la final del Internazionali BNL d’Italia en 1989. Reyes contó ATPWorldTour.com: “Me dijo que su cuerpo se había quedado vacío. Que se sentía muy débil. En tierra, el centro del movimiento está en los muslos. Y me dijo que no quería volver a sentirse así. Ese era su máximo motor”. Para febrero de 1990, Gil firmó ‘oficialmente’ para trabajar con Agassi. Y juntos, ganaron el primer torneo en San Francisco, bajo techo (v. a Witsken).

Reyes sabía que Agassi no era un culturista. "Sabía que no podía ir a ningún gimnasio y poner a Andre en cualquier máquina a menos que supiera con certeza qué área funcionaba. Por eso empecé a construir máquinas. Andre me preguntó: "¿Sabes cómo soldar?" "No," admití. Pero con el fin de usar máquinas más seguras, utilicé mi garaje para inventar máquinas seguras y productivas que trabajasen diferentes partes del cuerpo”. En marzo de 2012, BILT de Agassi & Reyes salió al mercado con 12 máquinas que Reyes inventó durante la carrera de Agassi.

"Así comenzó el proceso de hacerse más fuerte. Le dije: ‘No sé nada de tenis. No hago promesas de tenis’. Él sabía que yo era un atleta. No era tenista. Me dijo: 'No te preocupes. Yo me encargaré de eso. Sólo hazme más fuerte. Si me hacía una pregunta y no sabía la respuesta, la buscaba, me informaba. Nuestra relación se basaba en la fe ciega, en que el otro siempre iba a dar el 100%”.

Diez meses después de conocerse, Reyes -que ya había aprendido solo a montar sus propias máquinas de fitness en su garaje- estaba en el lobby del hotel de Indian Wells junto a Bollettieri y el agente de IMG de Agassi, Bill Shelton. Era el primer año de Reyes en el circuito. “Bill me presentó a Arthur Ashe, alguien muy cortés, educado y cordial”, recuerda Reyes. “Justo antes de irnos, Arthur me susurró: ‘Cuida del chico, va a ser alguien muy importante. Pero si se lesiona, se acabó’”. Reyes nunca olvidaría ese consejo.

Agassi pesaba 70 kilos en mayo de 1989. Antes de Wimbledon en 1992, subió hasta los 80 habiendo desarrollado una relación de amor-odio con las máquinas artesanas de Reyes. “Andre nunca me dijo que redujéramos la dificultad de los entrenamientos. Era un jugador de fondo en la era del saque y volea. Necesitaba fortalecerse porque sentía que sus ribales eran más altos y más grandes”.

Agassi perdió siete de los primeros 13 partidos de arranque de temporada y las preguntas se multiplicaron. ¿Era demasiado peso? ¿Cambió su swing? Agassi nunca criticó a Reyes. “Se encontraba bien. Sentía que todo empezaba a encajar. Se sentía fuerte y preparado”.

“Cuando fuimos a Wimbledon, hicimos un clinic en una tienda”, recuerda Bollettieri. “Cuando le preguntaron cómo había ido la preparación, Andre respondió: ‘Hemos estado dos semanas en Boca Ratón’. Luego me guiñó un ojo”.

Agassi se sentía con confianza. Estaba preparado para mezclarse con los jugadores del saque y volea como Boris Becker, Stefan Edberg, Michael Stich, y también la nueva generación de estrellas como Goran Ivanisevic o Pete Sampras.

La habilidad de Agassi de asimilar información y adaptarse a diferentes situaciones fue una gran ayuda. En su primera ronda ante el No. 31 del mundo Andrei Chesnokov, tentó a la suerte. “En el primer partido nos deberían haber echado por mala conducta”, recuerda Bollettieri. “Fue un dolor de cabeza para el juez de silla Alan Mills, un gran tipo. No fue muy agradable pero tuvimos la suerte de superar la ronda”. Multaron a Agassi con 850 libras. Y en segunda ronda, venció a Eduardo Masso.

En la casa que Agassi alquiló muy cerca del club, buscó cobijo en días de lluvia, vio películas de horror e hizo que su agente cantase canciones de Nat King Nicole. Agassi no miró el cuadro ni un solo día. Y en la casa no se podía hablar de tenis.

En el año en el que todo el mundo hablaba del dominio del servicio, Agassi fue evolucionando en el resto y ello le llevó a ganar en cuartos al tres veces campeón Boris Becker por 4-6, 6-2, 6-2, 4-6, 6-3. Fue el antídoto perfecto. Y Becker, tras el partido, confesó: “No he visto a nadie jugar en hierba así, desde el fondo”.

Y 20 años después, Agassi recuerda: “Incluso habiendo ganado a Becker en cuartos, no me sentía que podía ganar a cualquiera. Aún quedaban grandísimos jugadores de hierba como McEnroe, Sampras o Stich. Eso sí, me dio más confianza”. Por primera vez desde 1951, ninguno de los cuatro primeros cabezas de serie alcanzó semifinales”.

Allí le esperaba un veterano John McEnroe a sus 33 años. En sus primeras semifinales de Grand Slam desde el US Open 1990. McEnroe era el favorito sentimental. Once años mayor que los otros tres semifinalistas, jugaba su partido No. 200 en un grande y esperaba alcanzar su sexta final de Wimbledon. Pero había un problema: McEnroe había sido el compañero de entrenamientos de Agassi en las últimas dos semanas y le había recomendado a su partner de 22 años que “redujera mis golpes y me olvidase de bolas neutrales como hacía en tierra”. Además habían jugado juntos el doble en Roland Garros un mes antes.

Bolletieri recuerda el desarrollo de aquel partido. “McEnroe quería entrar en la mente de mi jugador. Trataba de cortar sus golpes y mantener la pelota a baja altura, pero Andre era capaz de golpear con más limpieza y sus golpes de fondo - incluyendo su resto - eran magníficos”. Agassi ejecutaba su golpe de derecha como una perforadora. Bajo la atenta mirada del Arzobispo de Canterbury y de manera brillante, venció por 6-4, 6-2, 6-3 en una hora y 51 minutos.

“El partido ante McEnroe es el más limpio que haya jugado”, admite Agassi. “Veía enorme la pelota y la hacía volar. McEnroe tenía un servicio distinto al de Boris. Era un artista en pista. Nunca jugué un tenis perfecto en mi carrera, pero disputé partidos en los que sentía estar en control y no necesitaba subir el nivel. Ante McEnroe, sentí que tenía una marcha más por meter si era necesario. Era disciplinado en cuanto a los riesgos a tomar y todo funcionaba”.

Agassi había alcanzado su cuarta final de Grand Slam, y la primera sobre hierba - supuestamente su peor superficie. La prensa ya le había etiquetado como alguien que no podía llegar a coronar un torneo de este tipo después de haber sido derrotado por Andrés Gómez en Roland Garros 1990, Sampras en el US Open 1990 y Courier en Roland Garros 1991. Se decía que Agassi el máximo enemigo de sí mismo. “Por primera vez, cuando me enfrenté a Ivanisevic, yo no era el favorito”, recuerda Andre. “Eso me liberó, no competí con temor y eso me permitió salir ahí fuera y golpear con limpieza”.

El octavo cabeza de serie Ivanisevic era un zurdo con un tremendo servicio. Tras seis encuentros acumulaba 169 aces. A sus 20 años, el croata había alcanzado una marca personal de 36 saques directos para derrotar a Sampras por 6-7(4), 7-6(5), 6-4, 6-2 en las semifinales. Agassi no había logrado derrotar a Ivanisevic en sus dos duelos previos. “Por aquel entonces los grandes sacadores tenían una ventaja, pero su lograbas poner en pista el primer resto eras capaz de tomar el control del punto”, asegura Agassi. “Sin tener un gran servicio para mí era muy duro, así que tenía que aprovechar mis oportunidades”.

Siendo zurdo, McEnroe había permitido que Agassi encontrara el ritmo al resto. El día previo a la final McEnroe, que ganó en 1984 el último de sus tres títulos de Wimbledon, llamó a su verdugo. ‘Escucha, sabes lo que va a suceder. Te va a colocar un montón de saques directos y va a ganar con facilidad sus juegos al servicio. No te desanimes. Vas a tener algunas opciones, así que debes mantenerte positivo cuando te desborde al saque’ me dijo McEnroe.

Minutos antes del partido por el título Agassi (1.80m) e Ivanisevic (1.93) esperaron en el vestuario. Apenas seis de las 113 taquillas iluminadas de azul estaban en uso. En total, 128 jugadores habían acudido al torneo, pero estaba garantizado que todos salvo uno se marcharían con una derrota. Tanto Agassi como Ivanisevic esperaban que ese fuera su día. El consejo de Bollettieri a Agassi fue simple. “Disfruta de tu día, hijo. Has esperado mucho tiempo por ello. Sal ahí fuera y sé Andre Agassi. Disfruta del partido. Dios te bendiga”. Los finalistas salieron de la casa club, subieron siete escalones de alfombra, atravesaron un pasillo de puertas, pasaron bajo el poema de Rudyard Kipling, permanecieron en la sala de espera y entraron en la Centre Court, la catedral.

Agassi lo recuerda todo. Incluso 20 años después.

“Goran era un pistolero”, dice Andre, que vistió un pendiente dorado de forma triangular en su oreja izquierda durante el torneo. “Cuando las oportunidades llegaron al principio del segundo y tercer set, las aproveché. En la cuarta manga tuve una sensación inevitable. Estaba viviendo al límite. No pude hacer nada. Él disparaba montones de aces y winners. El agua estaba entrando y yo tenía que pararla. En el quinto set yo saqué primero. Eso era una ventaja porque, si era capaz de mantener mi servicio, la presión era para Goran al tener que igualar el marcador.

“No sentí tener el control hasta que terminó el encuentro. Al principio del quinto set él conservaba con facilidad el saque y yo estaba sufriendo. Con 4-5 cometió dos dobles faltas y me puse 0-30. Tampoco conectó su primer saque en el siguiente punto y en mi mente apareció la opción de la victoria. Me colocó un ace con segundo servicio. Con 15/30 puso un servicio que no logré restar. En ese momento pensé que debía prepararme para una batalla titánica. Sólo duraría  mientras yo fuera capaz de mantener mi saque. Con 30/30 fui capaz de hacer que Goran golpeara un bote pronto, hasta el que corrí para responder con un passing shot”.

“Con pelota de partido no conectó el primer saque. La grada comenzó a preguntarse si Goran cometería una tercera doble falta en ese juego. En este momento todo ocurría a gran velocidad. Sabía que no quería arrepentirme de nada en el futuro, de no haberme lanzado a restar un servicio con pelota de partido. Recuerdo cómo me lancé con toda mi alma, para ver cómo Goran, ya en mitad de pista y con mal apoyo, voleaba mi revés contra la red.

Agassi, dotado de una grande velocidad en ojos y pies, había vencido por 6-7(8), 6-4, 6-4, 1-6, 6-4 en dos horas y 50 minutos para convertirse en el primer jugador de fondo desde Bjorn Borg en levantar en título. Era el primero en hacerlo vistiendo una gorra desde Yvon Petra en 1946. “Me tendí en el suelo” recuerda Agassi. “No podía creerlo. El momento fue impresionante. No podía asimilar lo que había ocurrido. Puedo recordar el aspecto de cada individuo de la grada, el olor de la hierba, cómo caí en ella y cómo tenía mi pelo sobre el cuerpo. Las emociones me sobrepasaban. Fue un gran alivio”.

Bollettieri, que saltó de alegría y alzó los puños al aire para celebrar el triunfo, lo admite en el recuerdo. “Cuando Andre golpeó el revés con dureza sobre el cuerpo de Goran sentí un impulso como nunca antes. En todos los años que he dedicado al tenis, incluso 20 años después. Es algo que no puedes comprar”. Reyes, que siguió el partido con su familia desde Las Vegas, experimentó su propio carrusel de emociones. “Sentí plenitud. Objetivos y aspiraciones. Era la justificación del trabajo para un muy buen tipo. Lo que tantos han soñado pero no han logrado. Sacarse un enorme peso de encima en un chico realmente bueno y joven. Sé lo duro que es y lo que duele quedarse tan cerca. La decepción arrastrada en esas tres finales previas de Grand Slam”.

Wendi, Phillip y Bollettieri celebraron la victoria en el box y Agassi abrazó el trofeo, siendo 265.000$ más rico, con lágrimas recorriendo sus mejillas. Boleareis y Agassi se abrazaron poco después dentro del vestuario. “Dios mío! Los ojos marrones de Andre mirándome”, recuerda Bollettieri. Para no generar mala suerte, Agassi esperó hasta el final del torneo para adquirir un esmoquin para la Ceremonia de Campeones.

Agassi recuerda sus sentimientos. “Era algo enorme. Nick había contribuido mucho en el desarrollo del tenis - y todavía lo hace. Aunque a veces había tratado mal su compañía durante años, lo apreciaba. Nunca había podido estar en el box para ver a uno de sus jugadores ganar Wimbledon. Gil siempre me había apoyado desde el inicio. Siempre había ocupado un lugar especial en mi corazón. Lloramos cuando nos encontramos a mi regreso. También fue algo especial para mi hermano [Philipp]. El tenis había sido todo en nuestra vida. Por la forma en que fuimos entrenados y criados. Nos dimos cuenta de que todo había merecido la pena.

“Había logrado todo aquello que me había atrevido a soñar. Por supuesto, una vez que gané quería volver a hacerlo. Tenía más sueños. Ganar Roland Garros, el US Open, en mi propio país, y resarcirme de las finales perdidas”.

Habiendo disminuido progresivamente la tradición del All England Club que invita al campeón y la campeona de los títulos individuales a bailar juntos en la Ceremonia de Campeones unos años atrás, Agassi no tuvo la oportunidad de coincidir con la campeona femenina de 1992 Steffi Graf, su futura mujer. Pero, como había prometido Wynn y a su familia acudieron a Londres. Agassi les había conseguido unas entradas para la final. “Tras la Ceremonia de Campeones volamos de vuelta a Las Velas en el jet privado de Steve Winn”. Era tiempo de celebrar pero, como decía Reyes, “prepárate para el futuro”.

Leer Más Noticias Ver Todas las Noticias

Ver Vídeos Relacionados Ver Todos los Vídeos

DESCARGA LA APP OFICIAL ATP WTA LIVE

Get it on Google Play Download on the App Store

Patrocinador Principal

Patrocinador Platino

Patrocinadores Oro

Pelota Oficial, Raqueta y Accesorios De Tenis

Proveedores Oficiales