
El ascenso de Andre Agassi al No. 1 del PIF ATP Rankings fue de todo menos convencional, pero dos grandes victorias ante Pete Sampras confirmaron su destino.
El estadounidense irrumpió por primera vez en el Top 5 en 1988, pero no llegó hasta la cima del deporte hasta el 10 de abril de 1995. La coronación de Agassi fue posible gracias a dos cambios fundamentales que hizo en un período de 12 meses, circunstancias que allanaron el camino para lograr enormes éxitos.
El primero fue la contratación del antiguo No. 4 mundial Brad Gilbert como entrenador al inicio de la temporada 1994. Con un nuevo enfoque sobre su juego, Agassi se hizo con títulos en Scottsdale y el ATP Masters 1000 de Toronto antes de firmar un hito inédito ganando el US Open por primera vez en su carrera.
El segundo cambio clave llegó en 1995, cuando Agassi decidió participar en el Abierto de Australia por primera vez. Tras renunciar al primer major del año en ocho ocasiones previas, Agassi ganó el torneo como debutante, remontando a Sampras una final de cuatro mangas que estrechó (6-8) su fascinante historial Lexus ATP Head2Head.
En la final del ATP Masters 1000 de Miami dos meses después, Agassi completó otra remontada ante Sampras que terminaría por llevarle al No. 1 del PIF ATP Rankings por primera vez en su carrera. Tras convertirse en el 12º hombre capaz de alcanzar la cima, Agassi permaneció allí durante 30 semanas antes de ser relevado por Sampras.
"Cuando eres No. 1 la gente eleva su nivel y juegan mejor ante ti. Esa es la desventaja", dijo Agassi en 1995. "La parte positiva es que intentar batir al No. 1 produce tensión, puedes no volver a tener esa oportunidad en mucho tiempo, y eso pienso que genera bastantes nervios. En cualquier caso, tienes que ganar para ser No. 1 y tienes que ganar para permanecer en el No. 1. Si no lo consigues, no durará demasiado".
El éxito de Agassi se vio condicionado por una lesión de muñeca en los años siguientes, llegando a caer hasta el No. 141 del PIF ATP Rankings en noviembre de 1997. Sin embargo, el estadounidense protagonizó un fabuloso regreso a la cima en julio de 1999 tras ganar en Roland Garros su cuarto título de Grand Slam y alcanzar la final de Wimbledon.