
Carlos Alcaraz ya ha definido su hoja de ruta para el tramo más decisivo del verano. Después de una exigente gira sobre hierba, que culminó con una derrota en la final de Wimbledon ante Jannik Sinner, el murciano se ha visto obligado a renunciar a jugar en Toronto por molestias musculares, y para recuperarse física y mentalmente de todo el desgaste que acumula. Por eso, el joven de 22 años reaparecerá directamente en Cincinnati antes de afrontar el US Open, donde tendrá una oportunidad de oro para sumar una gran cantidad de puntos y pelear de lleno por recuperar el No. 1 del PIF ATP Rankings.
Las últimas semanas han sido agotadoras para el español: cinco partidos en Queen’s y siete en Wimbledon, con una intensidad creciente y un nivel altísimo. A ello hay que sumarle compromisos mediáticos, atención constante, presión competitiva y la exigencia que supone ser uno de los grandes focos del circuito.
“No me voy triste de aquí”, dijo Alcaraz tras caer en la final en el All England Club. “Es evidente que perder una final de Grand Slam siempre duele, pero hemos hecho una gira de hierba espectacular, de la que me voy muy orgulloso. Y ahora toca pensar en lo que viene”.
Lo que viene es una gira norteamericana en la que tiene mucho margen para crecer. En 2024, el murciano cayó en su primer partido en Cincinnati (ante Gael Monfils) y en la segunda ronda del US Open (ante Botic van de Zandschulp), lo que deja abiertas las puertas para sumar muchísimos puntos por el camino.
“El tenis no se acaba con una derrota, siempre hay nuevas oportunidades”, apuntó Alcaraz tras Wimbledon. “Y ahora vienen semanas muy importantes”.
Más allá de los números, la gira americana también representa un nuevo capítulo en su rivalidad con Sinner. Ambos se han repartido los últimos seis títulos de Grand Slam, y quizás en Flushing Meadows puedan cruzarse de nuevo con otro trofeo grande en juego. Con 22 y 23 años respectivamente, Alcaraz y Sinner están escribiendo una rivalidad que ya domina el circuito masculino, tanto en lo deportivo como en lo simbólico.
Ninguno de los dos necesita validación externa: su tenis y sus resultados hablan por sí solos. Pero el verano estadounidense será un nuevo termómetro para medir el pulso de esa batalla que se libra no solo en el ranking, sino en la narrativa global del tenis actual.
Por el momento, Alcaraz se mantiene fiel a su estilo. Nada de precipitarse. Después de unos días de descanso, en los que ha desconectado de la raqueta para recargar energías, ha retomado los entrenamientos con la vista puesta en Cincinnati, torneo en el que perdió una final en el 2023 ante Novak Djokovic. Su debut en Ohio marcará el inicio de un sprint final de curso que incluye el US Open, la Laver Cup, Tokio, Shanghái, París-Bercy y las Nitto ATP Finals.
Alcaraz sabe que no se puede ganar siempre. Pero también sabe que el calendario le ofrece ahora una nueva ventana para seguir creciendo. Más experiencia, más preparación, y un único objetivo en mente: volver a reinar en Nueva York.