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McEnroe: De Niño Prodigio A No. 1... 40 Años Después

Con testimonios exclusivos del antiguo entrenador y amigos de John McEnroe, James Buddell rememora cómo el estadounidense pasó rápidamente de junior a No. 1 del FedEx ATP Rankings.
March 03, 2020
Hace 40 años, el 3 de marzo de 1980, John McEnroe subió por primera vez al No. 1 del FedEx ATP Rankings.
Getty Images/ATP Tour
Hace 40 años, el 3 de marzo de 1980, John McEnroe subió por primera vez al No. 1 del FedEx ATP Rankings. By James Buddell

Cuarenta años después de subir por primera vez al No. 1 del FedEx ATP Rankings, John McEnroe sigue siendo inimitable, icónico y ferozmente relevante en el deporte en el que trascendió. Con 21 años y 16 días, el estadounidense se encontró siguiendo los pasos de cuatro antiguos No. 1 mundiales - Ilie Nastase, John Newcombe, Jimmy Connors y Bjorn Borg - el 3 de marzo de 1980, momento en que se convirtió en el primer No. 1 por duplicado en el deporte, habiendo escalado hasta la cima de la especialidad de dobles durante 49 semanas desde el 23 de abril de 1979.

Fue un ascenso notablemente rápido para un jugador que adoptó el profesionalismo en junio de 1978 en The Queen’s Club, un año después de alcanzar las semifinales de Wimbledon procedente de la fase previa como No. 270 mundial. Arthur Ashe, ese mismo año, dejó una frase para la historia. “Ante Connors y Borg sientes como si te golpearan con un puño de hierro. Pero este tipo es un stiletto. ‘Junior’ tiene gran equilibrio y buenas manos, y sorprende a la gente. Tiene infinidad de golpes. Un rasguño aquí, un roce allí, otro corte por acá. Pronto estarás lleno de sangre, aunque las heridas no sean profundas. Poco después te habrás desangrado”.

En enero de 1979 McEnroe, cuyo juego se basaba en la precisión, el toque y la versatilidad, se encontraba en el Top 5 mundial tras derrotar a Ashe en las Nitto ATP Finals 1978 en el Madison Square Garden. Apenas a 30 minutos desde su hogar de la infancia en Douglaston (Nueva York), donde empuñó una raqueta por primera vez. Siempre veloz alrededor de la pista, en sus primeros años como profesional McEnroe siguió desarrollando su veloz servicio de zurdo, acompañado por un letal efecto liftado, así como sus impresionantes y gráciles voleas. “En la pista, lo único que le importaba era ganar el siguiente punto”, asegura Peter Fleming, gran amigo y compañero de dobles, a ATPTour.com. “Desde bien pronto podías ver que John deseaba mejorar su juego y ganar los puntos. Su consciencia dentro de la pista, sobre el juego, sobre cada detalle, era enorme”.

McEnroe, que lograría conquistar el título del US Open 1979 sobre su buen amigo Vitas Gerulaitis antes de convertirse en No. 1, ocuparía un total de 170 semanas en 14 momentos diferentes la primera posición de la clasificación individual hasta el 8 de septiembre de 1985. “Posiblemente, los años más divertidos de mi carrera fueron los de mi ascensión”, reconoció McEnroe, que terminó en la cumbre entre 1981-84. “Puse mucho énfasis en cerrar las temporadas tan arriba como fuera posible. En mi cabeza el tenis no se ceñía a dos o tres torneos, sino a la temporada completa. Se trababa de consistencia”. Su asociación con Fleming, que daría como resultado 54 títulos de dobles, le llevó a ser el No. 1 tanto individual como por parejas en tres temporadas (1981-83). McEnroe, que empleaba los partidos de dobles para pulir su excepcional toque y afilar su juego individual, acabaría firmando un total de 269 semanas, durante ocho períodos, en la primera plaza del FedEx ATP Doubles Rankings hasta el 24 de septiembre de 1989.

***

McEnroe estaba destinado a grandes cosas desde su juventud cuando sus padres, el abogado John Sr. y su madre Kay, se mudaron a Flushing (Queen`s) desde la pequeña villa de Douglaston, a 30 minutos de Manhattan, en 1963. Ambos eran un apoyo enorme - y ambicioso - para sus tres hijos, John, Mark y Patrick McEnroe, quien también sería jugador profesional, futuro capitán de Copa Davis y comentarista televisivo. “John McEnroe Sr. fue absolutamente fundamental para ser el mejor en algo, pero se subestima la influencia que su madre, Kay, tuvo en John”, indica Mary Carillo, amiga de la infancia de McEnroe, a ATPTour.com. “John suele contar una historia: si volvía a casa con un 98 en su examen, ella le preguntaba: ‘¿Dónde están los otros dos puntos?’ Si escuchas a John y Patrick, era Kay la que deseaba que John McEnroe Sr. fuera un gran abogado en una gran firma y era también muy ambiciosa respecto de sus hijos. Es una familia repleta de ambición y el listón estaba bien alto. No resulta sorprendente que haya muchas historias memorables.

Verano de 1969: The Douglaston Club, Douglaston (Nueva York). La casa de McEnroe se encuentra a una manzana de las paredes de cemento que todo el mundo usa para practicar en un Club que tiene tres canchas de tierra batida y dos pistas duras. Una Carillo de 11 años puede pelotear con John, de 9, ofreciéndole una buena práctica, pero no hoy en la Pista No. 4. “Desechó por completo todo aquel día”, recuerda Carillo, 40 años después. “Cuando paramos para beber agua le dije a John: ‘Eres un gran jugador y llegarás a ser No. 1 algún día”. McEnroe respondió con franqueza. ‘¡Cállate, no sabes de lo que estás hablando!’. Carillo, que ha desarrollado una gran carrera como comentarista, añadió. “Considero que ese fue mi primer comentario y análisis sobre tenis”.

“Solo tenías que mirarle. Sus golpes eran ordenados, firmes y artesanos. El espacio entre su cuerpo y la pelota era notable, incluso cuando tenía nueve años. Mi juego fue instruido; los entrenadores tenían que enseñarme los golpes y las empuñadoras, pero cada vez que John iba tras la pelota podía hacer algo diferente con ella: más fuerte, más plano, cortado, liftado. Y hablamos de la época de la madera. Si querías ser imaginativo tenías que trabajar bien duro”.

Verano de 1971: The Port Washington Tennis Academy, Port Washington (Nueva York). El director Harry Hopman, capitán y entrenador de 22 equipos ganadores de Copa Davis para Australia, está dando un paseo con John Barrett, ejecutivo de Slazenger. Mr Hopman señala a la distancia y dice: “Mire allí, ese chico será No. 1 mundial algún día”. Esa misma temporada, un Fleming de 16 años, que también entrena en la instalación bajo techo ubicada en Long Island, se bate el cobre con el jugador al que apoda ‘Junior’. “¿Cómo de bueno puede set?”, dice Fleming, mirando al resoluto McEnroe de 12 años desde los confines de la cafetería. “Le voy a dar una ventaja de 4-0 30/0. Yo era un tipo poderoso. Su raqueta es era más grande que él… Perdí cinco sets consecutivos y ni siquiera pude ganar el juego del 30/0. Él devolvía la pelota y yo cometía errores. Era simplemente un niño, pero era un niño de 12 años que Mr Hopman ya había identificado. Había algo evidentemente más avanzado que el resto de nosotros. Todo lo que vi fue un pequeño chico precoz, feliz por pasar tiempo junto a chicos mayores y competir con ellos”.

Fleming todavía no había comenzado a soñar con convertirse en tenista profesional a los 16 años. “Su madre siempre dijo que era special. Era maduro a una edad bien temprana. No sé de dónde lo apreció o dónde lo desarrolló, pero muchos de nosotros entramos en pánico al ver esa grandeza. Nos decíamos ‘¡tengo que hacer esto o lo otro, o no tendré opción!’. No creo que el tuviera nunca esa conversación consigo mismo. Muchos jugadores se baten a sí mismos antes de entrar en pista. Él nunca lo hace. Su estilo era más ‘veremos lo que sucede’”.

Verano de 1972: The Douglaston Club Championship, Douglaston (Nueva York). “Teníamos muy buenos jugadores en el Club”, recuerda Carillo. “John era apenas un adolescente cuando ganó el Men’s Open. Tuvo que derrotar a un jugador muy asentado como Mr Stine, Brendan Stine, que estaba en sus 60 años y había ganado el título del club en muchas ocasiones. El día de la final ahí estaba ese pequeño niño, apodado ‘Runt’, ante el campeón del club. Todos daban por hecho que Mr Stine ganaría de nuevo, pero recuerdo que dije, ‘No, John va a ganar rápida y fácilmente’. Por la manera en que era capaz de atacar la pelota, todo su peso iba sobre ella. Nunca había visto algo así”.

Verano de 1977: Roland Garros (París) y Wimbledon (Londres). McEnroe, que ha crecido hasta ronda el 1.80m, se encuentra en París para disputar el torneo junior, pero logra clasificarse para su primer cuadro principal de Grand Slam. Pierde en la segunda ronda por 4-6, 6-2, 4-6, 6-3, 6-3 ante Phil Dent. Carillo y McEnroe lograrían el título de Roland Garros en dobles mixto sobre Florenta Mihai e Iván Molina por 7-6, 6-4. Tres semanas después en el All England Club, a sus 18 años, McEnroe supera la fase previa una vez más y alcanza los cuartos de final, donde se encuentra a Dent, el cabeza de serie No. 13. “Salimos a por pizza de pollo, al igual que hicimos cada noche durante esa quincena”, recuerda Carillo. “John me dijo ’si pierdo otra vez ante este tío, lo dejo’. Dent era uno de los cabezas de serie en Wimbledon 1977, pero McEnroe iba en serio. Batió a Dent [en cinco mangas], pateando su raqueta sobre la cuidada hierba y gritando. ‘De ninguna manera voy a perder con este *** tipo’. ‘Jesús, ¿cuánto tiempo va a pasar hasta que reciba un *** aviso en este *** lugar”. El primer cabeza de serie Connors silenció a McEnroe [6-3, 6-3, 4-6, 6-4] en las semifinales.

Primavera de 1978: Trinity University vs. Stanford University, San Antonio (Texas). McEnroe se encuentra enfermo, pero es el semifinalista de Wimbledon 1977. Unas doscientas personas se reúnen para ver el duelo entre el No. 2 de Trinity con el No. 1 de Stanford en un partido de dos días entre el 31 de marzo y el 1 de abril. “Yo tenía crisis de confianza, no estaba jugando bien”, recuerda Larry Gottfried, hermano menor del antiguo No. 3 mundial Brian Gottfried, a ATPTour.com. “Nuestro entrenador nos dijo ‘viene Stanford y alguien debe jugar ante él. ¿Teneís miedo?’ Yo dije ‘no tengo miedo, le conozco desde que tenía 12 años’. Nuestro entrenador dijo: ‘Nadie le conoce como tú, incluso si pierdes y ganamos el resto de partido, podemos ganar esta eliminatoria’. Con ese voto de confianza dije: ‘No puedo prometer si ganaré o perderé, pero no tengo miedo’. Me respondió: ‘De acuerdo, adelante’. No tenía ningún plan de juego, simplemente mantuve la pelota en juego y gané [6-3, 7-6]. Él estaba cansado hacia el final y no era el McEnroe que conocía’. McEnroe solamente sufrió otra derrota individual ante el sudafricano Eddie Edwards esa temporada, y completó su trayectoria universitaria con un título individual de la NCAA para el equipo de Stanford University. “Tenía mucha presión sobre él ese año cada vez que saltaba a pista. Ahora era John McEnroe”, dice Gottfried. “En cada partido y cada entrenamiento que hacía había presión. Estoy seguro de que ese partido en Trinity fue un microcosmos de cómo se sintió en cada partido de su carrera”.

Otoño de 1978: Mission Hills Country Club, Rancho Mirage (California): El ídolo de la infancia e McEnroe, el campeón del Grand Slam de 1962 y 1969 Rod Laver, observa cómo John con 19 años desmonta al británico John Lloyd 6-1, 6-2, 6-2. “Es un honor ser comparado con él”, comenta Laver en una entrevista. McEnroe, que debuta en la competición individual, termina la primera de sus cinco victorias en finales de Copa Davis (1978-79, 1981-82 y 1992) perdiendo apenas 10 juegos en seis sets, rompiendo el récord de 12 juegos perdidos en una eliminatoria final que ostentaban Bill Tilden y Bjorn Borg. Estados Unidos, en un equipo que incluía a Stan Smith, consigue su primera Ensaladera desde 1972.

***

Fue Chuck McKinley, el campeón de Wimbledon 1963, quien le aseguró a John McEnroe Sr. que era correcto asignar el entrenador de su hijo de 12 años a Tony Palafox, mudado a Nueva York en 1968. “Un año después, el 1969, el padre de McEnroe escuchó algo sobre mi programa y le preguntó a McKinley”, recuerda Chuck. “Es bueno y honesto”, reconoce Palafox a ATPTour.com. Palafox, campeón de los US Nationals 1962 y del título de dobles en Wimbledon 1963 junto al mexicano Rafael Osuna, se cansó de la competición y de los viajes internacionales tras cinco años, y se puso a estudiar en Texas durante cuatro años. Poco después empezó a trabajar en la Port Washington Tennis Academy, a 20 minutos de Douglaston.

“En un año o dos había cambiado a empuñadura continental, y después trabajamos así cada día”, recuerda a sus 83 años Palafox, que actualmente trabaja en la Carl Sanders YMCA en Atlanta. “Él trabajaba y trabajaba hasta que lo conseguía. Aprendió con gran rapidez, pero también olvidaba a toda velocidad. Nunca era un chico difícil de entrenar y siempre escuchaba lo que le decía. Prestaba atención y nunca decía ‘no’. Siempre lo intentaba. Puede que no lo consiguiera a la primera pero en su tercer o cuarto intento lo lograba. Puede que lo olvidara, pero al día siguiente me llamaba y retomábamos donde lo habíamos dejado”.

“Siempre estaba trabajando en algo. Nunca te decía lo que quería hacer, solamente era ganar y para eso trabajaba sin descanso. A veces podía perder un set, pero nunca perdía el control o la paciencia. Aprendió a esperar e ir a por el siguiente golpe. Siempre quería ganar con la selección correcta de golpes, nunca por suerte”.

McEnroe no pasó desapercibido a ojos de Hopman, que relacionaba sus golpes a los de Neale Fraser e incluso al revés cortado de Palfox. “El juego de John era como el de Tony”, dijo Fleming. Dos sesiones d una hora por semana con Palafox pasaron a ser otras dos, lecciones de dos horas en grupo junto al futuro No. 40 mundial Peter Rennet y otros dos chicos. “Incluso aunque no estuviera directamente con él, si él estaba en una clase grupal yo le miraba”, dice Palafox, que también trabajó con Gerulaitis y, después, con Greg Rusedski. Las lecciones extra no impidieron que McEnroe destacara en los estudios o en las canchas de baloncesto, fútbol o atletismo. El tenis era divertido, pero no era una dedicación a tiempo completo para McEnroe. Cuando Palafox llevó su programa junior a Cove Racquet Club en Glen Cove, o Long Island, el adolescente de Douglaston siguió sus pasos.

La madurez llegó cuando McEnroe comenzó a enfrentarse ante lo profesionales, comenzando con el torneo de dobles del US Open 1974. Gottfried, que había medido a McEnroe en los US Nationals Sub12 de 1971 en Tennessee, asegura que el juego del neoyorquino creció enormemente entre agosto de 1976 y mayo de 1977. “Yo estaba en el college ese año y él en el high school”, recuerda Gottfried. “Jugamos en agosto de 1976 y gané el partido debido a su fatiga. Nunca se cuidó lo suficiente en la épica junior, pero cuando nos enfrentamos de nuevo en mayo de 1977 jugué uno de los mejores partidos de mi vida y perdí 6-2, 6-2. Algo ocurrió en ese período en el que todo comenzó a encajar, y se volvió más disciplinado. Eso le ayudó a convertirse en profesional”.

Laver, que disputó su último Grand Slam en Wimbledon 1977, recuerda la innata habilidad de McEnroe para jugar con el tiro correcto en su juventud. “Me impresionaba la manera en que cubría la pista, su habilidad para volear y escoger dónde golpear la pelota en el momento adecuado. Simplemente sabía lo que debía hacer siendo un junior. Cuando comenzó a escalar en el ranking sabía que debía ajustarse rápidamente a la fuerza de los profesionales. Llegó al No. 1 con 21 años, así que era una transición y estaba preparado para ello. Tenía todos los golpes, tenía el juego preparado, simplemente necesitaba ser más rápido. Cuando vienes de los juniors lleva un tiempo entender las diferentes velocidades de los golpes y lo que funciona. McEnroe ya estaba haciendo eso siendo un junior, así que era un gran arma. Hacía muchas cosas distintas de manera correcta, incluyendo un servicio muy liftado. Siempre parecía estar un paso por delante del resto y aparecía con nuevos golpes”.

“John entendió muy pronto que su juego era de clase mundial, aunque fuera un jugador junior en torneos senior”, reconoce Carillo. “Sabía cómo de disruptivo era y cuán inteligente se estaban convirtiendo su saque y volea. No creo que tuviera sensación de que pasaba algo inesperado, inmediatamente se sentía parte de aquello”.

Conforme la ascensión de McEnroe tomó forma hacia el Top 5 del FedEx ATP Rankings, Palafox admite que las conversaciones tácticas antes de los partidos eran poco frecuentes. “Yo le decía que nunca repitiera una pelota y que siempre golpeara al lado distinto del que procedía la pelota”, recuerda Palafox, que entrenó a McEnroe durante 17 años. “Tras el tercer o cuarto golpe intenta cambiar: derecha, revés, derecha, revés. Le dije que recordara que tras los tres primeros juegos del partido debes saber cómo juega tu rival y tratar de trabajar contra ello”.

Fleming coincide, y su química con McEnroe fue casi inmediata. “Apenas hablábamos de tácticas. Mas bien decíamos: `Vamos a hacer lo que necesitamos hacer’, recuerda Fleming, que ganó siete títulos consecutivos de las Nitto ATP Finals junto a McEnroe en el Madison Square Garden entre 1978 y 1984. “Muy rápidamente confiábamos en que eso era suficiente. En el quinto torneo juntos llegamos a la final de Wimbledon 1978. Solo habíamos jugado tres torneos antes de ir a Queen’s ese año - el primer torneo profesional que él jugaba. Después jugamos de manera regular y en el 10º torneos que competimos juntos éramos No. 1 del mundo, la mejor pareja”.

“Estoy convencido de que estaba nervioso antes de cualquier gran partido, pero nunca podía mirarle y decir: ‘Oh, está muy tenso’. Siempre comenzaba los partidos a toda velocidad. Siempre sentí eso cuando jugamos. Yo sufría en los cuatro primeros juegos y mi objetivo era llegar al 2-2, entonces me relajaba. Pero él estaba encendido desde el primer punto. Quizá pensase: Voy a jugar conmigo mismo, no haré nada especial y simplemente correré hasta que sienta el golpe. Después salía a por sus tiros. Pero no renunciaba a nada, cosa que hacen muchos jugadores”. McEnroe y Fleming ganaron 25 títulos de dobles entre 1978 y 1979.

***

Para terminar, Palafox no encontró sorprendente que un McEnroe de 21 años se situará en la cima del FedEx ATP Rankings el 3 de marzo de 1980. Hace exactamente 40 años.

“No, porque jugaba de la manera en que debes jugar ante cualquiera, cambiando el ritmo de sus golpes”, dice el mejicano, que sigue prestando atención al deporte desde su hogar en Atlanta. “La mayoría de los jugadores no saben golpear con suavidad, simplemente buscan golpes fuertes para cambiar el ritmo. Cuando él cambiaba la velocidad de la pelota, los rivales no sabían cómo responder a tiros más suaves o con efecto. Él jugaba un estilo diferente ante todos. Y lo sigue haciendo en los torneos del ATP Champions Tour”.

“Muchas personas a las que enseño quieren imitar a John, pero solamente hay un John McEnroe. Cuando escucho los comentarios de televisión, puedo cerrar los ojos y escucharle decir a la audiencia las cosas que le enseñé con 15 años. ¡Es maravilloso!”

Actualmente, McEnroe ocupa la séptima plaza histórica en número de semanas como No. 1 (desde 1973) y su legado perdura. Sus 155 títulos - 77 en individuales y 78 en dobles - siguen siendo un récord en el ATP Tour y también lo es su impresionante temporada 1984, donde acumuló un balance de 82-3 - un 96.5% de victorias - siendo el mejor curso individual en la historia del ATP Tour. Ahora, 26 años después de colgar la raqueta - sin contar un breve regreso en dobles en 2006 - McEnroe es tan carismático como siempre a sus 61 años.

“No fue simplemente un notable No. 1, pero también un impresionante jugador de tenis”, reconoce Mary Carillo. “Se interesa a nivel intelectual por muchas cosas. Si pudiera haber sido algún tipo de artista, hubiera sido músico. Si hubiera elegido otro deporte en el que destacar, hubiera sido el baloncesto. Acabó en el tenis e hizo justicia a esa decisión”.

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