ATP Tour
Sentía un dolor insoportable. No podía dormir. No podía hacer nada.
Tenía 14 años y estaba mejor clasificado que nadie en el mundo de mi edad. Tenía por delante la carrera con la que siempre había soñado y hoy, a mis 31 años, me preparo para competir con Evan King en las Nitto ATP Finals por uno de los títulos más importantes de nuestro deporte.
Pero al pensar en mi debut en este evento, he reflexionado sobre mi larga lucha para llegar hasta aquí.
Hace diecisiete años, sufría una infección ósea en el fémur izquierdo. En aquel momento, lo único que sabía era que me dolía la pierna. Sentía como si tuviera un calambre constante, pero en realidad era el hueso el que me dolía.
Apareció por primera vez cuando tenía siete u ocho años. Casualmente, se agravó cuando tenía 14 y, en tan solo cuatro semanas, la infección duplicó su tamaño.
Me diagnosticaron erróneamente un par de veces, así que descubrir que se trataba de una infección ósea fue difícil y todo un proceso en sí mismo. En cuanto empezó a doler, supimos que algo pasaba y enterarnos de que tenía una infección ósea fue casi un alivio.
Las infecciones óseas pueden ser graves si llegan a la cadera. Antes de la medicina moderna, amputaban las piernas cuando el dolor era tan intenso. La medicina ha avanzado mucho, pero ese era el nivel de dolor que normalmente podía causar. Por suerte, ahora existen mejores tratamientos y en ese momento me consideré muy afortunado. Recibí una excelente atención médica.
Nick Bollettieri fue quien nos puso en contacto con la Clínica Mayo, lo que me permitió viajar con mi familia para recibir tratamiento. Finalmente, me operaron y tuve una recuperación sin complicaciones; simplemente era cuestión de tiempo para sanar.
Pero eso fue solo el principio. Cuando cumplí 19 años, me rompí el labrum de la cadera. Terminé sometiéndome a varias cirugías. Me operaron dos veces de la cadera, una del hombro, una de la muñeca y luego dos de los aductores, todo en el lapso de un año.
Eso me mantuvo fuera de las canchas durante casi tres años. Seguí teniendo problemas derivados de tantas cirugías y, durante los siguientes años, me perdí otro año y medio aquí, otro año allá.
En esos momentos, lo más importante es encontrar maneras de mantenerse feliz y positivo. Pensaba que las cosas siempre podían empeorar. Obviamente fue duro, pero nunca perdí la motivación. Siempre encontré la forma de mantener el ánimo en alto. Quería seguir adelante y me decía a mí mismo que siempre se podía lograr.
Mi hermano Ryan seguía jugando y tenía mucho éxito, lo cual me ayudó. Llegó a ser el número 40 del mundo en individuales y el número 16 en dobles, y me mantenía interesado viéndolo porque quería estar a su lado. Siempre admiré a Ryan y estaba muy orgulloso de él. Eso me mantuvo motivado, ligado al deporte y con una meta por la que luchar.
Lo más difícil no fue cuando no jugaba, sino cuando volví a jugar. Lleva tiempo alcanzar el nivel que uno se exige. Pero siempre supe que jamás perdería la alegría de jugar.
Desde los 15 años, pasé casi nueve años sin tocar la pelota. Pero finalmente logré alcanzar un nivel bastante alto. Entré en el Top 200 del PIF ATP Rankings y llegué a las semifinales de un torneo ATP en Delray Beach como jugador de la fase previa en 2021.
Me clasifiqué para el cuadro principal de un Grand Slam por primera vez en 2016, lo hice de nuevo en Wimbledon dos años después y finalmente volví a un cuadro principal de Grand Slam en Wimbledon en 2022.
Durante mi partido de primera ronda contra Jay Clarke, me lesioné gravemente el pie derecho. Iba ganando dos sets a cero y él fue al baño, lo que me dio tiempo de sobra para pensar en ello.
Ya tenía un problema recurrente: al levantarme, no podía apoyar el pie. Tuve que vendarlo y tomar algo para sobrellevarlo. Logré ganar el partido, pero tuve que retirarme pronto en mi partido de segunda ronda.
Foto: Justin Setterfield/Getty Images
Resulta que tenía una fractura en el talón. Lloré después de ganar el primer partido porque sabía que probablemente necesitaría un largo descanso y ya había pensado que si ganaba otro, empezaría a jugar dobles. Después de uno de los mejores momentos de mi carrera, tuve que quedarme sin hacer nada. Fue entonces cuando decidí cambiar de enfoque.
Era lo suficientemente joven como para creer que aún podía regresar y, sin duda, quería hacerlo. Me encanta jugar al tenis. Siento una gran satisfacción simplemente golpeando la pelota, y siempre ha sido así. Esa es la razón por la que jugadores como Novak Djokovic y Stan Wawrinka siguen jugando. No tienen por qué hacerlo, pero les apasiona el tenis. Así me siento yo.
Empecé a jugar dobles a tiempo completo la temporada pasada y ahora, Evan y yo competimos en las Nitto ATP Finals junto a los mejores jugadores del mundo. Carlos Alcaraz, Jannik Sinner y muchos más están aquí.
Estar en esta situación me hace valorarla aún más. Jugar partidos importantes en estadios como el Inalpi Arena es una experiencia increíble. Hace que valga la pena madrugar y esos días en los que estás cansado y tienes que esforzarte al máximo para sentirte bien y llegar a la pista, solo para poder disfrutar del tenis.
Entonces, aquí estás. Es un buen recordatorio de que todo lo que haces vale la pena por tus propias razones.
No quería rendirme y aceptar que las lesiones o las cirugías fueran la razón por la que dejaría de hacer algo.
No sé qué me depara el futuro, pero estoy agradecido de estar aquí y estoy haciendo todo lo posible por jugar mientras pueda.
