ATP Tour
Los momentos posteriores a Roland Garros en 2022 probablemente fueron los peores de mi vida. De no haber sido joven y sano, no sé si hubiera sobrevivido.
Todo comenzó tras mi derrota en la primera ronda de fase previa ante Fernando Verdasco en París. Sentí un gran dolor en el estómago y, tras contactar al doctor, me marché al hospital. Me diagnosticaron una pancreatitis aguda y fui derivado de inmediato a la unidad de cuidados intensivos. Permanecí allí durante seis días.
Los días se hicieron eternos, especialmente al principio. El dolor me estaba matando, necesitaba calmantes potentes para poder dormir. Las noches eran muy largas y tenía la sensación de que el tiempo no avanzaba.
Los doctores nunca llegaron a entender cómo contraje ese problema. Por desgracia, todo sucedió repentinamente. Es posible, pero la probabilidad es muy pequeña para alguien sano, que no come mal ni bebe a menudo.
Pasé mi 30º cumpleaños en un hospital francés lejos de mi familia. El tenis era lo último que pasaba por mi cabeza. Mi hijo Luka había nacido en octubre y, en lugar de disfrutar la vida a su lado, me encontraba en una cama de hospital, en otro país, sin saber lo que el futuro me deparaba.
Pedí que me trasladaran a Belgrado, porque encontramos un doctor del que habíamos escuchado cosas muy positivas. También deseaba estar más cerca de mi familia. Los doctores en París no lo veían conveniente, me dijeron que no estaba en condiciones de marcharme. Yo no comprendía la gravedad de mi situación.
Esos doctores son las personas que salvaron mi vida. Nunca podré estarles lo suficientemente agradecido. En esos momentos complicados pasan muchas cosas por tu cabeza, te desesperas por estar con tus seres queridos. Todo lo que sentía era la necesidad de estar en casa.
Me trasladaron a Belgrado, donde permanecí otras dos semanas y media en el hospital. Logré vivir uno de los mejores momentos de vida al reencontrarme con mi hijo. Permitieron las visitas cuando salí de la unidad de cuidados intensivos. Aunque el momento más feliz de mi vida fue el nacimiento de Luka, el segundo fue verle en ese hospital.
Fueron momentos complicado, pero saber que vives por algo es totalmente distinto. Los niños son especiales y te dan una energía que nadie más puede darte. Una de las razones por las que sigo compitiendo es porque tengo alguien por quien luchar. Es algo en lo que pienso, aunque él no esté en los torneos conmigo. Siempre le tengo en mis pensamientos, eso es lo mejor que alguien puede tener.
Tras más de 20 días, salí del hospital y comencé la recuperación. En opinión de los doctores, mi mejora fue muy rápida. Para mí, todo transcurrió a cámara lenta. Llegué a perder 11 kilos, apenas pesaba 55 kilos cuando me dieron el alta.
En ese momento no pensaba en el tenis, ni siquiera sabía cómo iba a regresar. Ni siquiera estaba seguro de poder hacerlo. Los tenistas estamos acostumbrados a centrarnos en nuestros partidos y resultados, pero yo simplemente me sentía feliz por estar vivo.
Conforme comencé a sentirme mejor y recuperé algo de peso, empecé a pensar que sería agradable entrenar y competir de nuevo. Es algo que está en mi sangre. Adoro competir y hacer todo lo posible por ganar.
En agosto de ese año caí hasta el No. 243 del PIF ATP Rankings, pero lo importante fue haber regresado a las pistas. Fue el inicio de mi vuelta al circuito, debía hacer todo para volver donde una vez estuve.
En 2018 llegué al No. 23 del mundo. Simplemente regresar al Top 100 parecía imposible, no podía imaginarme volviendo a la élite del deporte. Sin embargo, un año atrás regresé al Top 100 y ahora me estoy acercando al Top 50. Es algo fantástico.
Estoy jugando un buen tenis, me siento bien con mi juego y físicamente sobre la pista. Si 20 años atrás alguien hubiera tenido los problemas que tuve a los 30, probablemente hubieran dejado el tenis de inmediato. En aquel momento los jugadores se retiraban con 31 o 32 años, incluso estando sanos.
El tenis ha cambiado mucho, ahora las estrellas compiten con 38, 39, incluso con 40 años. Es una locura ver a campeones como Novak Djokovic, Stan Wawrinka o Gael Monfils jugando a esa edad a un nivel tan alto. Eso me motiva, a mis 33 años, para seguir adelante. No me considero todavía en el tramo final de mi tenis.
Esta temporada llegué a la tercera ronda de Roland Garros y gané un set al campeón Carlos Alcaraz en un partido nocturno. Es un recuerdo impresionante para mí, uno de mis favoritos en el tenis. La Court Philippe-Chatrier tuvo uno de los mejores ambientes que he sentido en mi vida. Cuando gané el tercer set, la grada se volvió loca.
Perdí ese partido, pero sentí emociones muy especiales compitiendo en un escenario como ese ante uno de los mejores jugadores del mundo, alguien que probablemente será uno de los mejores de la historia. Tiene plan A, B, C y D, probablemente un alfabeto completo de opciones. Es uno de los jugadores más veloces y tienen tantas variantes en su juego para ejecutar al máximo nivel.
En 2018 perdí puntos de partido ante Alexander Zverev en Roland Garros. El año siguiente me caí y me dañé el hombro. En 2022, sabéis lo que sucedió. Fue bonito volver a tener un buen recuerdo en París.
Ahora tengo la oportunidad de jugar con Alcaraz por segunda vez este año en Cincinnati. Intentaré dar lo mejor y encontrar el juego que me dio algunos puntos ante él meses atrás. Veremos qué sucede.
Lo más importante es que estoy aquí. Cuando sufrí con mi páncreas, no pensaba en el tenis. Ahora estoy en condiciones de competir en uno de los mayores torneos ante los mejores rivales.
Tres años atrás estuve a punto de morir. Ahora, puedo hacer lo que amo.
- Según el testimonio dado a Andrew Eichenholz.
