
Rafael Nadal empezó a escribir su idilio con el Internazionali BNL d’Italia el domingo 8 de mayo de 2005. Aquel día, después de luchar en la pista durante cinco horas y 14 minutos frente a Guillermo Coria, acabó levantando el primero de sus diez títulos sobre la tierra batida de Roma. El español se impuso por 6-4, 3-6, 6-3, 4-6, 7-6(6) en un épico final.
“Estoy muy feliz. Es mi segundo título Masters”, recordó poco después en sala de prensa el manacorí. Al inicio de la gira en arcilla en el Monte-Carlo Rolex Masters había estrenado su casillero de títulos ATP Masters 1000, precisamente, tras derrotar también al argentino en la final (6-3, 6-1, 0-6, 7-5). “Hoy jugué uno de los partidos más duros de mi vida. Estoy muy feliz porque es un torneo muy importante para mí”.
Final Roma 2005: la estadística de la final
Nadal apenas tenía experiencia en partidos a cinco sets. A sus 18 años había podido completar cuatro encuentros decididos en el quinto parcial y registraba un balance de 2 victorias y 2 derrotas en esas condiciones. Eso sí, antes de disputar la final de Roma había perdido sus dos últimos partidos que habían llegado al set decisivo en este formato.
Nadal en el quinto set hasta la final de Roma 2005
Año | Torneo | Ronda | Rival | Resultado |
2004 | US Open | R128 | Ivo Heuberger | 6-0, 6-3, 4-6, 2-6, 6-3 |
2005 | Abierto de Australia | R64 | Mikhail Youzhny | 6-1, 4-6, 4-6, 7-5, 6-3 |
2005 | Abierto de Australia | R16 | Lleyton Hewitt | 5-7, 6-3, 6-1, 6-7(3), 2-6 |
2005 | Miami | F | Roger Federer | 6-2, 7-6(4), 6-7(5), 3-6, 1-6 |
2005 | Roma | F | Guillermo Coria | 6-4, 3-6, 6-3, 4-6, 7-6(6) |
El guion parecía esconder un final distinto. Coria se había adelantado en el quinto set por 0-3 y a Nadal le tocó remontar. “Creo que el público fue muy importante para mí porque cuando estaba 3-0 en el quinto, se me acababa la fuerza. Pero el público me apoyó todo el tiempo. Por eso, pude ganar el partido”, añadió el balear. “Fue un partido duro no sólo físicamente, también a nivel mental. Durante todo el partido fue muy duro. Pensaba que tarde o temprano él se rendiría, bajaría el nivel, pero no lo hizo. Creo que peleé, di todo lo que tenía, tuve mis opciones e intenté aprovecharlas. Él siempre respondió con golpes increíbles a las líneas así que…”, contestó Coria.
La final de Roma era el tercer duelo entre Nadal y Coria, con un reparto de una victoria para cada uno. En el Foro Itálico, la balanza se decantó del lado del español en el último suspiro. “Creo que estuve bastante cerca de derrotarlo hoy, pero está con mucha confianza. Ha ganado muchos partidos y está conectando golpes increíbles, está con mucha confianza en su juego. Pero estuve cerca hoy”.
La confianza de la que habla Coria se había construido a base de títulos. No obstante, Nadal acumulaba a esas alturas de la temporada un total de cinco trofeos (acabaría ganando once en 2005). Costa do Sauipe, Acapulco, Montecarlo, Barcelona y Roma empezaban a construir un legado sin precedentes en tierra batida. “Me sorprendió cómo corrió y sus tiros. Creo que hay muy pocos jugadores que puedan pegarle tan fuerte”, advirtió el argentino.
Y es que sólo cuatro semanas antes de la batalla italiana, el manacorí había emprendido una racha que a la larga sería histórica. Aún no lo sabía, pero cuando derrotó a Gael Monfils en la primera ronda de Montecarlo inició un camino de imbatibilidad sobre polvo de ladrillo que se prolongó durante 81 partidos sin perder (hasta mayo de 2007). El día que derrotó a Coria en la final de Roma acumulaba 17 victorias consecutivas y reforzaba su candidatura a ganar Roland Garros.
“Cada vez que gano un partido soy el favorito para ganar Roland Garros”, se defendía de la presión el español entonces en sala de prensa tras su celebrada victoria. “No lo sé. Estoy jugando bien, pero dentro de dos semanas no sé si voy a jugar como ahora. Así que los favoritos de Roland Garros serán los jugadores que jueguen mejor en Roland Garros”. El tiempo resolvió el enigma y el final ya lo conocemos…
¿Sabías que…?
La final de Roma 2005 entre Nadal y Coria se convirtió en ese momento tras cinco horas y 14 minutos en el partido más largo de la historia del torneo, superando las cuatro horas y 53 minutos del duelo que habían protagonizado en 1979 el estadounidense Vitas Gerulaitis y el argentino Guillermo Vilas