ATP Tour
Marcel Granollers y Horacio Zeballos se coronaron campeones del US Open tras un desenlace que rozó lo imposible. El español y el argentino salvaron tres bolas de campeonato antes de levantar juntos su segundo Grand Slam, una gesta que además tuvo el componente añadido del sufrimiento físico: el español se había torcido el tobillo en su primer entrenamiento en Nueva York, y compitió durante dos semanas al límite.
“Por suerte no se me pasaron muchas cosas por la cabeza en ese 0-40”, reconoció Zeballos sobre el momento más crítico del partido. “Si me hubiera puesto a pensar en ese instante, no creo que lo hubiéramos podido sacar. Fue fundamental el apoyo de Marcel, que me repetía ‘vamos, de uno en uno, se saca, se saca’. Ya lo habíamos pasado en el segundo set, sacando 3-3 y también desde 0-40. Estuvimos muy positivos y eso nos dio ese juego y después el partido”.
Granollers coincidió en destacar la entereza de su compañero: “Horacio aguantó muy bien, porque era él quien estaba sacando. Lo hicimos punto a punto, sin pensar que era 0-40. Si no, parece una montaña imposible. Pero si vas de a uno, puedes estar más positivo. Aguantó la presión y sacamos adelante ese juego tan importante”.
El triunfo de Roland Garros fue decisivo para la mentalidad con la que afrontaron Nueva York. “Fue importante ganar en París porque incluso perdiendo el primer set aquí, no nos vinimos abajo y creímos hasta el final”, explicó Granollers. “Allí ganamos un partido muy complicado, que se nos había puesto en contra. Esa experiencia nos sirvió. Hoy, cuando íbamos abajo, pensamos que también podíamos remontar, como nos pasó a nosotros en París. Había que jugar con esa tensión, y esa fue la clave”.
Zeballos llevó la reflexión un paso más allá: “Soy un fiel creyente de que siempre hay que tratar de aprender de los mejores. Me puse en la cabeza el ejemplo de Rafa cuando ganó su primer Wimbledon: venía de Roland Garros y quería ganar más aún en Londres. Traté de copiarlo: ya ganamos París, ahora vamos por más. Usar esa experiencia y esa tranquilidad como algo positivo para sacar tu mejor tenis. Para mí fue muy gratificante poder hacerlo”.
El camino hasta aquí ha sido largo. “Cuando nos juntamos para jugar el dobles y decidimos dedicarnos solo a esto, uno de los objetivos era ganar un Grand Slam”, recordó Granollers. “Pasaron años estando cerca sin conseguirlo, pero seguimos creyendo uno en el otro y en el trabajo. Sabíamos que, si hacíamos las cosas bien, aparecerían más oportunidades. Han aparecido y las hemos aprovechado. Estamos muy contentos de haber ganado ya dos grandes juntos después de tantos años de pelea”.
La recompensa, además, tiene un sabor especial para Zeballos: “Estamos demasiado contentos. Es muchísimo esfuerzo en cada viaje después de tantos años. Cada uno tiene su familia, sus amigos, dejamos muchas cosas. Celebrarlo así es único. Él con su hermano, yo con mi entrenador, viajamos juntos a todos lados. Es mucho desgaste, pero momentos como este lo hacen valer la pena”.
Lo más increíble es que Granollers jugó todo el torneo con muchísimos problemas físicos, tras luchar contra un esguince de tobillo que se hizo entrenando el primer día en Nueva York.
“Venía de un problema en la fascia, pero el día antes de empezar me doblé el tobillo y se me hizo una pelota enorme”, explicó Granollers. “Pedimos jugar el sábado. Hubo días en que Horacio no sabía si yo iba a competir. Hoy fue el primer día que calentamos juntos antes de un partido. Si hubierais visto cómo estaba el tobillo al inicio… pensé en tomarme un avión de vuelta. Le puse muchísimo corazón y salió bien. Han sido las dos semanas más duras de mi carrera a nivel físico. No lo cambio por nada”.
Zeballos reconoció lo que significó convivir con esa incertidumbre: “Destaco el trabajo que hizo, él, yo, el equipo. Si hubieran visto cómo tenía el tobillo el primer día… era impresionante. Pero le puso muchísimo corazón y nos salió bien”.
