
Cuanto más gana Carlos Alcaraz, más difícil se vuelve enfrentarse a él. No solo por lo evidente —su capacidad para mantener el nivel, su velocidad de pelota, su creatividad con la raqueta en la mano o su físico imponente—, sino por lo que representa. El español no solo pisa la pista con confianza, también la transmite. Y eso, como reconoció él mismo tras avanzar a los octavos de final de Wimbledon, puede condicionar a sus rivales incluso antes de empezar a jugar.
“Una de las grandes partes del tenis es cuando vas ganando partidos muy buenos a gente muy buena”, reflexionó Alcaraz tras imponerse a Jann-Lennard Struff. “Esa presión a los rivales es inevitable. Cuando me enfrento a ellos y ellos ven la confianza que tengo, los partidos que voy ganando, que me voy sintiendo cada vez más cómodo y estoy jugando a un gran tenis… esa presión siempre está para ellos”.
Alcaraz lleva 21 victorias consecutivas y ha ganado sus últimos 17 encuentros en Wimbledon. Por eso, “esa presión” no es un regalo sino una consecuencia directa del trabajo bien hecho.
“Se trata de hacer tu trabajo, hacerlo de la mejor manera posible”, dijo el No. 2 del PIF ATP Rankings. “Y luego, a medida que vas pasando rondas, los rivales sienten esa presión extra, lo cual siempre se agradece”.
Sin embargo, esa inercia no suprime los momentos difíciles. Ante jugadores con grandes armas, como el saque de Struff, Alcaraz reconoció que hay situaciones donde el estrés aprieta más de la cuenta. “Muchas veces he empezado 0-30 con el saque, bolas de break en contra… y ese tipo de momentos, contra un jugador que saca así, me generan más estrés que con otro”.
“Sabiendo que iba a tener las bolas de break justas, sobre todo en el primer y tercer set, y que en el cuarto me costó más… esos jugadores que te meten tanta presión con el saque te obligan a no fallar nunca”, dijo sobre el alemán. “Quieres aguantar el resultado y eso te genera un estrés extra. Hoy lo hemos gestionado de buena manera, intentando estar lo más tranquilo posible y jugar nuestro buen tenis”.
El domingo, el campeón de cinco títulos de Grand Slam se medirá a Andrey Rublev (2-1 para el español en la serie Lexus ATP Head2Head) buscando el pase a cuartos de final. Y lo hará con un arma de su lado: a día de hoy, el efecto Alcaraz va mucho más allá de sus golpes. Y es posible que en el vestuario, gane o pierda, lo que más miedo infunda no sea su revés cortado ni su derecha ganadora, sino la sensación creciente de que, tarde o temprano… la moneda volverá a caer de su lado.