La retirada de Bernabé Zapata Miralles del tenis profesional tomó forma la semana pasada. A sus 28 años, el valenciano, que llegó a ser número 37 del PIF ATP Rankings, anunció que cuelga la raqueta.
La trayectoria del español, marcada por momentos de gran rendimiento —como su ascenso al Top-40 en 2023 y su histórica aparición en octavos de final de Roland Garros 2022— termina ahora con una reflexión sincera sobre lo que supone vivir en la elite del tenis. En su mensaje de despedida expresó que, aunque sigue joven, ya no siente la misma motivación ni el “hambre” necesarios para seguir compitiendo al más alto nivel, y que prefiere cerrar este capítulo con honestidad consigo mismo y con quienes le han apoyado.
Su retirada, sin embargo, no fue una decisión impulsiva ni tomada en caliente. Fue un proceso largo, íntimo, construido en silencio y con tiempo. Un proceso que empezó en verano, cuando una lesión cambió por completo el ritmo de su vida y le obligó a parar por primera vez de verdad.
“En verano este año tuve un esguince de tobillo de grado 2, y yo nunca me había lesionado antes de esto”, explicó Zapata Miralles a ATPTour.com. “Ese parón, de casi un mes y medio en casa, tuvo un impacto inmediato más allá de lo físico. Estuve durante un mes y medio parado y eso me hizo pensar bastantes cosas”.
En un contexto ya delicado, con una temporada que no terminaba de despegar, ese tiempo de reflexión fue clave. “Este último año los resultados no nos estaban acompañando. El año pasado no fue bueno a nivel mental y este inicio de año tampoco fueron los resultados que yo esperaba ni tampoco mi nivel tenístico”.
Durante ese mes de julio, la idea empezó a tomar forma. “Sí que dije de volver a tope, pero en ese momento ya me planteé la idea de una posible retirada o incluso acabar mi carrera antes de lo que pensaba”.
Y el regreso a la competición no cambió esa sensación. “La vuelta de la lesión, los resultados no acompañaron para nada, seguía teniendo el mismo nivel tenístico que no era el que yo quería sacar. Los Challengers de Rumanía fueron el punto de inflexión donde decidí que seguramente al acabar el año tomaría una decisión”.
El desgaste no era solo competitivo. Era vital. El día a día empezó a pesar más que nunca. “Era el día a día y los viajes”, aseguró el español. “Cada vez se me hacían más complicados, cada vez me costaba más salir de casa, estar lejos de mi familia”. Tras muchos años en el circuito, la rutina dejó de ser llevadera. “Llega un momento en tu vida que los viajes empiezan a pesar bastante, los vuelos se te hacen eternos”.
Zapata Miralles siempre asumió el esfuerzo como parte de la responsabilidad del tenista profesional, pero en los últimos meses esa carga se volvió más pesada. “Levantarme cada día sin ver que las cosas salían adelante y poner la carne en el asador… al final una cosa va muy de la mano de la otra. Si los resultados llegan, es más fácil entrenar; si no llegan, la motivación disminuye”.
La decisión, aunque madurada, no fue inmediata. “Llevaba un mes y medio reflexionando sobre esta retirada. Hace unas semanas di por hecho que era el momento de dejarlo”. Aun así, quiso cuidar los tiempos. “Quería esperar a final de año para dar la noticia y empezar a cambiar mi etapa de vida ya desde este 2026”. La decisión estaba tomada, pero todavía no comunicada. “Sí en petit comité, pero no comunicada a gran escala”.
Al mirar atrás, Zapata Miralles resume su trayectoria con dos palabras muy claras: “Sacrificio y satisfacción”. El sacrificio estuvo presente desde el principio. “Cuando tuve que jugar torneos de categoría Future y tenía que viajar solo. Mis medios económicos eran muy reducidos, no podía tener un equipo”. Y la satisfacción llega al hacer balance. “Tanto el equipo como yo estamos muy satisfechos con todo el trabajo que se ha hecho y con todo lo que he conseguido”.
No hay arrepentimiento en su discurso, al revés, todo lo contrario. “Mirando atrás no me arrepiento de nada. Creo que he gestionado mi carrera lo mejor posible con los medios económicos que tenía”. Tampoco en las decisiones personales. “Siempre he tenido un círculo muy íntimo”. Su equipo, su gente, ha sido parte esencial del camino. “Han sido más que entrenadores o preparadores físicos. Para mí eso es lo más importante”.
Si hay un momento que guarda con especial orgullo, lo tiene claro. “Roland Garros 2022, cuando llegué a octavos de final”. Por lo que significó en todos los sentidos. “Por el salto a nivel tenístico, el salto mental de creer que podía estar dentro de los 100 mejores y el salto a ese Top-100, que fue en ese torneo”. Ese recuerdo permanece intacto. “Siempre va a quedar en la retina y va a ser el más emocionante de mi carrera”.
En su despedida pública, Zapata Miralles quiso pedir perdón. No como un gesto vacío, sino desde la honestidad. “Siempre he sido respetuoso con mis rivales, pero muchas veces con el entrenador o con los jueces árbitro no he tenido buena actitud”. Reconoce que, sobre todo en sus inicios, fue impulsivo. “Convivía con muchísima presión, sobre todo económica, y si las cosas no iban bien lo pagabas con gente que no debes”. Aun así, deja clara su esencia. “Siempre me he considerado una persona cercana, muy querida por muchísima gente, y eso me alegra muchísimo”.
“No acabo mi carrera porque mentalmente esté pasando un momento complicado”, aseguró Zapata Miralles. “Este último año he estado muy bien mentalmente, feliz con mi vida”. La decisión llega desde la lucidez. “Soy muy autocrítico y no me gusta estar a medias tintas. Si veo que está acabado, es que está acabado”.
Ahora, el foco está en el presente. “Lo primero es disfrutar de mi familia, que para mí es lo más importante”. Y en descubrir cosas nuevas. “He empezado a jugar a golf y me tiene muy entretenido”. También en recuperar lo que el calendario le quitó durante años. “Poder estar en casa, con mis amigos, en los eventos que tantas veces nos perdemos los tenistas”.
El tenis, eso sí, no desaparece del todo. “Me veo ligado al tenis. Mi idea es empezar un proyecto de tenis de cara a septiembre de 2026”. Zapata Miralles se va como jugador, pero no rompe con el deporte. “Acabo con el tenis con una relación muy bonita. Estoy muy feliz y muy agradecido por todo lo que me ha dado”.
Su carrera, construida desde abajo, explica muchas cosas. “He tenido que luchar desde los Futures, sobre todo en España, porque no tenía medios económicos”. Esa etapa le marcó. “Eso me hizo muy duro. Me dio madurez, me enseñó a no tirar la toalla, a saber sufrir”. Y dejó una identidad clara. “Ser un jugador gladiador en pista y saber que nadie me había regalado nada. Por eso yo tampoco iba a regalar nada”.
Así, Zapata Miralles se va del circuito con una historia completa. Pensada, asumida y contada desde dentro. Y, sobre todo, con la tranquilidad de haber sido fiel a sí mismo hasta el final.
