
Tomás Etcheverry conoce perfectamente la sensación de tener náuseas. Quizá más de lo que hubiera querido en esta vida. Pero cuando las empezó a sentir, en su último partido en el US Open, tuvo miedo. “¿Qué está pasando?”, pensó al percibir los mareos.
La indisposición repentina no dio espera y el argentino terminó vomitando cerca del lugar de la toalla en la pista No. 12. Pero ni siquiera eso impidió que terminara asegurando un lugar para su duelo de este viernes ante Alexander Zverev en tercera ronda del US Open.
Descompensarse y terminar cruzando la línea de meta con triunfo no es un episodio nuevo para ‘Tomy’. Sin ir más lejos, vivió lo mismo en abril de este año contra el colombiano Daniel Elahi Galán en Houston. “Ya es normal”, dijo sonriendo sobre el incidente del miércoles ante su compatriota Francisco Cerúndolo. “Esto me ha pasado un montón de veces”.
Las razones de que cuerpo y mente entren en conflicto han sido muchas a lo largo de su carrera. La del miércoles fue por sobrehidratación. El miedo a que lo afectara la temperatura del momento —casi cuarenta grados centígrados— quizá fue excesiva. “Había que tomar la mayor cantidad de sales e hidratos, pero yo me pasé. Por eso terminé vomitando. Mi cuerpo no lo resistió”, explica el No. 33 del PIF ATP Rankings.
Los nervios también han sido detonadores de su batalla interna. Antes de los 17 años, el estrés lo acompañó durante casi toda su carrera, y lo hizo terminar vomitando casi siempre antes o durante cada partido. El platense disminuyó el problema, primero con una mejor alimentación y con mayor tiempo de descanso, luego con trabajo con el sicólogo. Pero el problema no se ha ido del todo.
Lo que nunca ha cambiado es la actitud. Al igual que cuando era niño, su espíritu de lucha se mantiene. Su cuerpo sugiere, a veces, parar. Su mente busca siempre seguir jugando. Y al final prevalece esta última, como ante Cerúndolo, contra el que también superó una torcedura de tobillo que necesitó atención médica y que no pasó a mayores como la descompensación.
“Lo del tobillo no fue nada. El susto fue cuando me empecé a marear. Dije: ‘Che, ¿qué está pasando?’. Tuve miedo. Pero había que adaptarse. Ya sé que debo manejar este tipo de situaciones. En ese momento [ganaba 4-1 en el decisivo] el partido era para el que resistiera más. Perdía el que se rindiera primero, así que había que seguir aguantando”, añade el platense de 25 años.
Siguió resistiendo incluso después del partido de casi cinco horas. Aún quedaba otra montaña qué escalar: baño en hielo, descarga en bicicleta estática, masajes con el fisioterapeuta, entrevistas con los medios por casi una hora, mucha comida y empezar a pensar en el próximo partido. Lo más sorprendente de todo es que no se notó tan cansado como hubiera imaginado.
“He tenido muchos partidos con más adversidades. Por ejemplo, el año pasado en primera ronda de este torneo gané 7-6 en el quinto (v. a Virtanen) y terminé mucho peor que hoy”.
Si sus cálculos no fallan, su combustible estará renovado para el duelo del viernes ante Alexander Zverev, quien lidera 1-0 el Lexus ATP HeadToHead entre ambos tras imponerse en cuatro sets hace un año en Roland Garros. Será el debut de ‘Tomy’ en esta ronda del torneo.
“Ya tengo la experiencia de haberlo enfrentado y sé cómo debo jugarle. La buena noticia es que ya estoy de vuelta jugando bien y con confianza”, dice Etcheverry, que no lograba triunfos seguidos desde Roland Garros. “Me voy a enfocar en la recuperación. Con dormir, descansar y comer bien será suficiente. Pero quiero mucho jugar este partido. Lo voy a salir a ganar como sea”.
Otra buena noticia para ‘Tomy’ proviene de la previsión del clima. “Por suerte va a bajar la temperatura”.